Hace unos años Netflix produjo en Argentina El reino (link descarado de esa temporada, acá), y tras, pandemia mediante, nos llega ahora la segunda y última parte de dicha serie; así que sin más cháchara, empecemos.
Nos vamos dos años en el futuro luego de lo acontecido en la primera temporada, con Emilio Vázquez Peña ya rigiendo como presidente de un país sumido en el caos y la miseria, y al borde de un levantamiento civil. A este mismo país, vuelve Tadeo, seguido de varios creyentes que confían en él y su palabra. De a poco el presidente, Rubén Osorio y Tadeo se irán acercando a una inevitable confrontación, que pondrá el destino del país en riesgo.
La primera temporada había asombrado a varios al mostrar de forma cruda, como religión y política no solo pueden convivir en una aparente armonía; sino que, además, ambas se lavaban las manos entre sí a la hora de cometer actos atroces, que por desgracia no salían a la luz. Y si todo eso les había gustado hace unos años, prepárense porque la segunda temporada de El reino es diez veces más realista; y, por ende, poderosa.

Por cualquiera que sepa un mínimo de historia, es consciente de que en América latina hubo más de un golpe militar, y casi siempre, otro de los poderes que avala dicha conducta, era el de la religión; por eso no vemos con ojos extraños lo que sucede en esta temporada, al mismo tiempo que no solo hace falta ser argentino para sentirse identificado con dichos eventos. Como dije, es algo peligrosamente real y posible de que pueda volver a pasar.
A esto hay que sumarle las grandes actuaciones de los actores que protagonizan El reino, destacando en este segundo año a Peter Lanzani, Diego Peretti, Diego Velázquez y Mercedes Morán. Si bien hay otros buenos personajes aparte de los suyos, algunos ya caen en la caricatura, como el de Joaquín Furriel, mientras que otros, no tienen tiempo para lucirse, como el Chino Darín.
Para nombrar algo negativo, podemos decir que quizás los eventos se suceden de forma muy premeditada, siendo, seguramente, el culpable, la poca duración que tuvo esta temporada. Es probable que con unos dos episodios más, la cosa hubiera sido mucho más redonda.
En conclusión, El reino se marcha (debería terminar acá) como una de las grandes series producidas en el país en los últimos años. Por eso molesta bastante que tan poca gente le haya dado una oportunidad.
9/10