Luego del pufo que resultó ser la temporada final de Juego de Tronos, y la posterior cancelación de su spin off tras un solo capitulo que casi nadie pudo ver, la fe que había sobre el mundo creado por el escritor George R. R. Martin era casi nula. Y que lindo cuando después de ver una serie, la misma nos cierra la boca.
La historia nos sitúa cientos de años antes de lo ocurrido en Juego de Tronos, con la casa Targaryen en pleno apogeo, pero a las puertas de una debacle. Y es que el taciturno Rey Viserys Targaryen no tiene heredero varón, por lo cual decide nombrar como sucesora a su hija, siendo la primera mujer de la historia en estar a la espera de ser Reina. Pero dicha decisión va a desencadenar una seguidilla de situaciones que pondrán en jaque al gobierno.
Como dije, la mayoría empezamos esta serie con pocas expectativas, y que grata sorpresa nos llevamos a medida que avanzaban los diez capítulos que nos dio HBO Max. Y no solo por las actuaciones de primer nivel que ofrece La casa del dragón; sino que logra rescatar el espíritu de lo mejor de GoT.
Y esto lo digo, porque hay un mal recuerdo por parte de muchos, que creen que Game of Thrones era una serie de acción, plagada de batallas épicas y caos y destrucción. Pero no, la serie se centraba más que nada en la política, en los manejos tras las sombras y los complots constantes que había para quedarse con el Trono de Hierro. Y por suerte esta precuela se acuerda de eso, y se centra en dicho tema.
Así es como veremos la mayoría de los capítulos se centran en los diálogos, en las conspiraciones y complots que hay más que nada entre los propios Targaryen, divididos en dos facciones que tras ciertos malentendidos, se odiarán por siempre y no habrá punto de reconciliación.
Y volviendo a las actuaciones, creo que estamos todos de acuerdo que Paddy Considine debería arrasar en la temporada de premios a series. Lo de este actor al que muy pocos conocían previamente es descomunal, no solo por lograr transmitir el dolor que siente su personaje al ver como su familia se empieza a fragmentar solo por ambiciones de poder. No, el verdadero trabajo se nota cuando podemos ver a través de su cuerpo, el dolor físico que siente Viserys con esa especie de lepra que lo va consumiendo poco a poco.
Y por suerte Considine estuvo bien secundado por gente como Rhys Ifans, Olivia Cooke o Emma D´Arcy. Pero quien de verdad merece una mención, es Matt Smith. Por suerte este actor, gracias a la serie que estamos comentando, logró mostrar lo buen actor, lejos de bailes ridículos en producciones vampíricas.
En conclusión, La casa del dragón se posiciona con muchos méritos, como una de las mejores series del año, y vuelve a poner a Westeros y la obra de George R. R. Martin, como una de las mejores basadas en el subgénero de fantasía épica.
8.5/10