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Review: Ramona

Hoy no voy a andar con suspenso porque Ramona ya fue estrenada en noviembre en Europa. Así que les anticipo que, con chispas de cine independiente y diálogos muy entretenidos, esta película estará participando del Festival de Cine Europeo en Cinépolis Recoleta por estos días.

Me gustó, claro que para gustos existen hasta quienes comen crema del cielo. ¡Tráigame un sambayón, cantinero! Y cuento los motivos para ver Ramona.

Ramona (Lourdes Fernández) vive en Madrid, tiene 31 años, es niñera y a veces también trabaja de traductora, alguna vez fue cantante y ahora quiere actuar. Además, quiere tener muchos hijos, ser delgada, fumar sin pena y mudarse de su departamento en Lavapiés porque en el piso de abajo (o de arriba) viven unos narcotraficantes.

Todo comienza cuando, por una conocida, Ramona se entera de una audición. En ese plan, la mañana anterior, decide hacer el recorrido hacia el lugar con el fin de evaluar las distancias de manera de no llegar tarde al día siguiente. Termina en un bar tomándose un café, hablando por horas con un extraño y borracha a las tres de la tarde. Parecen una pareja perfecta, se llevan de maravilla. Entonces este hombre le señala que están enamorados, que simplemente pasó y ahí están. El caso es que a ella esto la ofende, puesto que está de novia hace muchos años con Nico (Francesco Carri). Y, si bien con el conocido la pasaron fenomenal (hasta compraron merluza en una pescadería influidos por conspiraciones), enamorarse es mucho. ¿Cierto? Sin embargo, Ramona tiene algunas dudas.

La cuestión es que al día siguiente ella se presenta en la audición y el director de la película es Bruno (Bruno Lastra), el enamorado del día anterior. Sin muchas más vueltas que algunos enojos, porque Ramona tiene sus peros en trabajar con el tipo que un poco le gusta, al final acepta el papel y entre ellos pasan y no pasan cosas.

Esta es la trama, sencilla, con lo necesario y suficiente para mantenerte enganchado por una hora y media.

Lo que me gustó a nivel sambayón es que está filmada en blanco y negro, mientras que las escenas de la película que Bruno dirige son a color. Con el balance justo entre comedia y drama, no es para atragantarse de risa ni para morir en llanto, se genera un ambiente de naturalidad no forzado. Es el artificio en blanco y negro el que nos recuerda constantemente que esto es una película.

Otro punto a favor fueron las interpretaciones. No conocía a ninguno de los tres actores y me fue muy grata la experiencia. Me sorprendieron, de paso les cuento que para Lourdes (Ramona) este es su primer papel cinematográfico y que, hasta ahora, se dedicaba a la música indie con el nombre artístico Russian Red. Al margen de que el género es como la crema del cielo, ella canta muy bien. Investiguen.

Un poco entendemos todo lo anterior cuando Andrea Bagney (directora) cuenta que no tuvo subvenciones ni ayudas, por eso pensó en un guion sencillo que le permitiera filmar los fines de semana. Además, le daba la libertad de escribir algo sin la necesidad de que le gustara a ninguna productora. Por otro lado, en el afán de ir hacia sus gustos, menciona a sus referentes: uno es Woody Allen, algo que se nota en los diálogos y también porque en la audición Ramona interpreta una escena de Annie Hall. Lo comento porque me parece asombroso que en su primer largometraje Bagney haya podido cumplir de forma exitosa con lo que se había planteado.

En fin, como dije al inicio, Ramona desprende las vibras de cine independiente con un guion entretenido, con dinámicas y arcos dramáticos resueltos con fluidez. Es una película pensada de manera inteligente y llevada a cabo sin excederse en pretensiones.

La recomiendo.

 

7/10

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