Y llegamos al final de Andor, una serie que en el papel, sonaba interesante, mostrándonos el germen de la rebelión contra el Imperio, y tomando a un personaje conocido como base para contar dicha historia. Veamos que tal terminó resultando.
La serie se sitúa años antes de lo acontecido en la película de Rogue One, con un Cassian Andor que se vuelve clave tanto para la Rebelión como para el Imperio, ya que posee un artefacto que podría cambiar la balanza de las cosas. Así es como se vuelve un prófugo de la ley, mientras en diferentes sistemas se van generando los primeros conflictos contra Palpatine.
Empecemos por lo malo, y es la duración. No se justifica que la serie durara doce capítulos. Ya vimos con El libro de Boba Fett y Obi-Wan Kenobi, que muchas veces incluso con ocho episodios, se sentía que alguno tenía relleno y que se podría haber bajado la cantidad de entregas. Andor es la serie más larga hasta el momento, y para lo que cuenta, varios capítulos se podrían haber fusionado en uno, dando de nuevo un ocho como número final, favoreciendo el ritmo.
Y esto se debe a que primero, hay muchos personajes que sabemos que no van a morar en la serie. Aparte del propio Andor tenemos a Saw Guerrera y Mon Mothma, con los tres pereciendo en otras entregas. Y si a eso le sumamos que el propio Stellan Skarsgard dijo que iba a aparecer en la segunda temporada, diciendo implícitamente que no moría acá. Todo esto logró que la tensión que podría generarse ante una eventual muerte de un personaje importante es casi nula. En este sentido se falló bastante al recurrir demasiado a caras conocidas, como en trabajar mal a las nuevas.
Y el otro gran problema, es que muchas de las tramas donde participan estos personajes, son aburridisimas. El ejemplo obvio es el de Mon Mothma, con diálogos eternos que no llevan a ningún lado, más que para demostrar que no todo el Senado Galáctico estaba de acuerdo con el Imperio, algo que se podría haber contado de forma mucho más resumida, y con personajes que sean más carismáticos.
Pero a favor podemos decir que, por ejemplo, el diseño de producción es impecable. Atrás quedaron esos escenarios horribles que se notaban que era un set como Obi-Wan Kenobi. Acá es bastante obvio que el presupuesto se lo gastaron en mostrarnos un Star Wars bien callejero y sucio, de los bajos fondos; algo que hasta el momento no se había hecho en los live action.
En conclusión, Andor termina siendo una serie muy irregular, y hasta podríamos decir que es la peor de los live action junto con El libro de Boba Fett. Con un capítulo bueno cada tres medio pelo, es demasiado irregular para durar doce episodios de casi una hora. Al menos quien les habla, hasta acá llega; luego me cuentan cómo fue la segunda temporada…
5.5/10