Seamos sinceros, cuando anunciaron esta serie, muchos hasta nos reímos porque sentíamos que ya no podían exprimir más al personaje para seguir robando con algo que tuvo su momento de gloria a mediado de los 90. Y que lindo cuano al final de todo, nos cierran bien el hocico. Pasen a ver que tal es la serie de Chucky.
La trama se sitúa en el mismo universo cinematográfico que conocemos. Esta vez la historia sigue a Jake Wheeler, un chico que vive con su conflictivo padre, y que tiene la desgracia de comprar a uno de los Good Guy que tiene el alma de Chucky en una venta de garaje. En ese momento su vida se empieza a ir al tacho, mientras muy pocos le creen que el culpable de todos los males es el muñeco de rojos cabellos.
Empezando por lo bueno de la serie, tenemos que decir que se las supieron ingeniar sin tener que recurrir a un reboot o remake de la película original pero ahora en formato serie. Todo lo que pasa es secuela directa del último film, donde al personaje de Nica le pasa lo que ya todos se deberían acordar para entender esta serie.
Y por eso mismo, tenemos tanto los retornos de Jennifer Tilly como de Fiona Dourif. Si bien sus apariciones en la serie pueden ser un poco tardía, cuando aparecen el programa levanta de una forma brutal. Y atentos a lo que hace Fiona Dourif en un momento, toda una sorpresa y una muestra de ingenio por parte de los guionistas.
Pero hay que hablar de la verdadera sorpresa de Chucky, la jovencísima Alyvia Alyn Lind. Su personaje entra siendo casi como un antagonista humano de nuestro protagonista; pero a base de buena actuación y un personaje bien escrito, la chica se va convirtiendo de a poco en lo mejor de la serie, al grado de eclipsar al ya mencionado protagonista. Ojalá que, en la ya confirmada segunda temporada, le den más minutos en pantalla.
Pero si hablamos del protagonista, tenemos que hablar de lo peor de toda la serie. Y no lo decimos porque solo tiene dos caras para expresar la catarata de emociones que debe transmitir; sino porque además estas caras son por demás graciosas, dando como resultado varias risas involuntarias en lugar de que sintamos pena por el chico. Esperemos que el joven Zachary Arthur aprenda algo de actuación para la próxima temporada.
En conclusión, Chucky es una serie que ni los más entusiastas hubieran esperado que fuera tan buena. Pese a tener un actor principal que tiene la expresividad de un cactus, es muy divertida y nos deja con muchas ganas de ver que pasa en la próxima temporada.
8/10