Basada en hechos reales y en la novela de David Ebershoff, una historia inspiradora y revolucionaria para el momento en el que transcurrió.
La chica danesa se centra en la vida del matrimonio Wegener (interpretados por Alicia Wikander y Eddie Redmayne), dos pintores con estilos distintos, pero unidos por el arte. Todo cambia cuando Gerda le ofrece a su marido Einar una propuesta para una de sus pinturas, sin saber en el despertar que le generará a él y las consecuencias que acarreará.
El film de Tom Hooper (que también está en la producción) logra plasmar un ambiente de época sin perder el encanto por resaltar determinados colores, en especial el azul con su carga simbólica que denota serenidad, tranquilidad, calma, y confianza, además de estar vinculado con la introspección y la sabiduría. Teniendo en cuenta la fotografía de Danny Cohen, sumado a lo anterior, es intencional en cuanto a contrastes cromáticos. El guión de Lucinda Coxon acompaña la transición de Einar a Lili junto a su entorno, sin dejar cabos sueltos. El score de Alexandre Desplat ofrece una atmósfera de fantasía dramática cuyos instrumentos predominantes son los de cuerda como el piano, el arpa y el conjunto de violines (incluyo también acá a la viola y al violonchelo) acompañada de una orquestación creando climas acordes a lo que se va contando.
No hay que olvidarnos del vestuario empleado, a cargo de Francisco Delgado Lopez, con su variedad de matices, tonalidades y texturas, apreciado en determinadas escenas.
Y por último, pero no por eso menos importante, hay que destacar las actuaciones también de Matthias Schoenaerts como Hans Axgil, Ben Whishaw como Henrik Sandal y Sebastian Koch como Kurt Warnekros.
En líneas generales, esta cinta de 2015 con una duración de 120 minutos nos brinda una lección, nos invita a una reflexión. ¿Hasta dónde es capaz el ser humano de hacerse valer, a pesar que la sociedad dictamine lo contrario?
8/10