Hoy volvemos a hablar de un libro, y en especial, de un escritor que se empieza a perfilar como de mis preferidos, Santiago Posteguillo; a quien ya le reseñé su trilogía de Africanus, a la cual pueden acceder en el siguiente y descarado link. Pero hoy, y sin más preámbulos, hablaremos de Roma soy yo, la secuela espiritual de dicha trilogía.
En este libro, seguimos la historia de un joven Julio Cesar, desde su infancia, hasta su crecimiento siendo espectador de la rivalidad que tenía su tío Mario con el dictador Sila; para posteriormente él tomar el lugar de oponente por el poder en Roma.
Siguiendo el estilo de Africanus, Posteguillo se adentra en las internas del senado romano, donde los patricios intentarán hacerse con el poder, ya sea para ayudar a su nación, o solo para beneficio propio y poder llenarse de fama y riquezas; siempre con alguna campaña militar involucrada, que será lo que dictamine la popularidad de los personajes a lo largo de las casi setecientas páginas que dura la novela.
La novedad acá, es que el libro no está escrito de forma cronológica. Da varios saltos en el tiempo, intercalando la infancia de Julio Cesar, ya con su vida adulta (recordemos que en esa época 21 años ya era ser alguien muy grande). Y si bien esto se justifica para darnos a entender que, en los momentos decisivos del protagonista ya adulto, recuerda algunas enseñanzas de cuando era joven, se termina sintiendo molesto. Y lo decimos porque cuando las mini historias que se nos van contando se ponen interesantes, son interrumpidas por un salto en el tiempo, para empezar otro relato desde cero. Lo dicho, muy molesto y anticlimático.
En cuanto a las descripciones de las batallas, nada nuevo bajo el sol. Posteguillo sabe relatar muy bien los enfrentamientos armados, siendo claro donde se sitúan los ejércitos, las armas y maquinarias que usaban, y el estilo de combate empleado. Si algo no está roto, no hay que arreglarlo, y Posteguillo lo entendió a la perfección.
En conclusión, Roma soy yo es una novela histórica muy recomendable. Tanto si leyeron o no Africanus, este libro les va a gustar si son de consumir historias de romanos. El único punto en contra es el mencionado, que los saltos de tiempo no sólo no aportan nada, sino que estorban la dinámica de lectura, pero no llega a ser algo como para abandonar el libro.
7.5/10