Juego perverso es la remake estadounidense de la película alemana “Wir monster”, un thriller producido por Amazon Studios, y exhibido en su plataforma de streaming Amazon Prime Video. Escrito y dirigido por Veena Sud, está protagonizado por Peter Sarsgaard, Mireille Enos, Joey King, Cas Anvar y Patti Kim, entre otros.
La historia se centra en Jay (Saagrad) y Rebecca (Enos), los padres divorciados de Kayla (Kim), una adolescente que les confiesa haber asesinado a su mejor amiga empujándola hacia un río de agua helada. Y esto los lleva a tomar decisiones equivocadas, generando una serie de engaños y mentiras con consecuencias cada vez más graves que dan lugar a un final sorprendente.
Lo primero que vale la pena destacar de esta película es su puesta en escena inspirada en la obra de los hermanos Coen y M. Night Shyamalan. Ya que de los primeros toma la espiral de criminalidad sin posibilidad de redención en que entran los personajes en sus thrillers, además del uso del fuera de campo en las escenas de violencia. Y del segundo toma la solemnidad excesiva, no hay gags que permitan aliviar la tensión en ningún momento, y el sorprendente giro final que resignifica la historia.
Desde el punto de vista técnico hay que destacar también el muy buen trabajo tanto de la fotografía y como del diseño de producción. Ya que la primera, a cargo de Peter Wunstorf, ilumina excesivamente las imágenes diurnas, utilizando tonos fríos dando así una sensación de pureza que contrasta fuertemente con las acciones de los personajes. Así como también hace un muy buen uso de la profundidad de campo y los encuadres simétricos que refuerzan esta tensión constante en los espectadores. Y el diseño de producción nos muestra la pulcritud y el orden de una lujosa casa, que justifica el estilo de vida lo que luchan por conservar sus personajes.
En conclusión, Juego perverso es un thriller que funciona bien para ser visto en streaming, inaugurando así la serie de películas de la sociedad entre Blumhouse Productions y Amazon. Porque aprovecha bien su bajo presupuesto en función de una puesta en escena minimalista que mantiene en tensión al espectador hasta el último momento.
