Robert y Jack, padre e hijo, tienen que encontrarse y viajar a la Toscana, con la tarea de restaurar la casa familiar, para luego poder venderla. En este reencuentro, además de reparar la viña abandonada, ellos irán reconstruyendo su relación casi rota en su totalidad.
Hoy toca hablar de Made in Italy, película, en la que, al fin, Liam Neeson vuelve al drama (y esperemos que para nunca volver a la acción). Entre eso, y que la sinopsis se nos hacia muy al estilo de una obra de Richard Linklater. Estos eran motivos suficientes como para despertar nuestra curiosidad. Y por suerte, fuimos recompensados.
La historia entre padre e hijo que tienen una relación rota la hemos visto varias veces en el cine. En esta ocasión, dicha trama destaca por el buen hacer de sus actores, con un sólido Liam Neeson, y un correcto Michael Richardson (a quien desconocíamos totalmente). Pero también, porque los personajes, al intentar acercarse, se ven reflejados en los lugareños de Italia, quienes no dudan en abrirles sus puertas u ofrecerles ayuda, a la hora de reparar el hogar materno. Y todo esto viene acompañado con el arte, porque en esta película, la pintura y el dibujo tiene un factor clave para la trama.
Y si hablamos de la gente local, ellos también tienen un rol importante. Ya sea para aportar alguna cuota de humor donde se explota el estereotipo del italiano gritón, o para sacar el lado más humano de nuestros protagonistas. Es una pena que se tuviera que recurrir al típico romance forzado para esta película; ya que sentimos que la trama principal, hubiera funcionado igual sin una historia de amor.
Y es que ahí radican los puntos flacos de Made in Italy, que cae en todos los clichés posibles. Aparte de la innecesaria historia de amor, casi ningún personaje secundario tiene desarrollo. La única con un poco de back up, es una chica ahí dando vueltas (la que protagonizará la ya mencionada sub trama), que obviamente es madre soltera separada. Algo nunca visto en estas películas…
Se nota que a la hora de realizar Made in Italy, tenían ganas de hacer una película chiquita con una historia simple pero muy humana. En este sentido, el film cumple con creces, es una lastima que el resto del envoltorio, se quedara en eso, algo que acompaña y ya. Lástima que detrás no estaba el ya nombrado Linklater…
