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Festival de Mar del Plata: Una vida oculta

El estilo poético y la plasticidad onírica a la que el galardonado cineasta Terrence Malick nos tiene acostumbrados vuelve a hacerse presente en Una Vida Oculta (A Hidden Life), su décimo largometraje ambientado durante los sangrientos años de la Segunda Guerra Mundial. Tras su paso por Cannes 2019, donde fue nominada a la Palma de Oro y obtuvo el Premio Del Jurado Ecuménico, la última película del director de El Árbol de la Vida aterrizó en el Festival de Cine de Mar del Plata en una de las proyecciones más esperadas por aquellos amantes del buen cine de autor. Con una enorme producción y una delicada fotografía, este film antibélico retrata la trágica historia real de un granjero austríaco que se negó a prestar servicio al ejército nazi.

Impregnada de la belleza del paisaje de Los Alpes, Una Vida Oculta da comienzo a su relato con la voz en off de Franziska (Valerie Pachner), una campesina de un pequeña aldea de las montañas. A través de imágenes en flashback, la protagonista recuerda la idílica vida familiar que tenía antes de que su esposo y padre de sus hijas, Franz Jägerstätter (August Diehl), fuese reclutado para servir al régimen hitleriano. Portador de una inquebrantable moral, Franz rechaza combatir junto a las tropas nazis y jurarle lealtad a Hitler, lo que lleva a que este objetor de conciencia sea encarcelado en condiciones inhumanas y posteriormente sometido a un tribunal de justicia.

El sello personal de Malick se hace presente con notable ímpetu durante las casi tres horas que transcurre este dramático relato. Desde el reconocible paraíso terrenal de la vida en el campo y la cotidianidad familiar, con sus múltiples tomas panorámicas, recuerdos en forma de flashbacks, los sonidos de la naturaleza, las voces narradoras de ambos protagonistas y las partituras de música clásica, hasta los debates internos del protagonista en torno a la espiritualidad y el deber ser, la película abraza la estética de director texano en un 100%. Las reflexiones morales en torno a la guerra vuelven a hacer mella al igual que en La Delgada Linea Roja (1998), aunque aquí se suma fuertemente el elemento religioso al tratarse de un protagonista católico cuya Iglesia lo insta a hacer a un lado sus convicciones y seguir el mismo camino de sumisión que sus aldeanos.

El trabajo notable de Diehl se ve opacado solamente por la desgarradora actuación de Pachner como la mujer que debe lidiar no solo con la soledad y la incertidumbre constante de no saber si algún día volverá a ver a su esposo, sino con el desprecio de una comunidad que le recrimina la decisión de Franz. La actriz austríaca le pone el cuerpo y el alma a un personaje que todo el tiempo parece estar a punto de desarmarse, pero que posee una fortaleza mucho más grande que lo que a simple vista se puede notar. El elenco cuenta además con la participación del fallecido Bruno Ganz, quien aquí interpreta al juez que debe decidir el destino del implacable Franz.

“El bien creciente del mundo depende en parte de los actos no históricos; y que las cosas no están tan mal contigo y conmigo como podrían haber estado, se debe en parte al número de gente que vivió fielmente una vida oculta y que descansa en tumbas no visitadas». Aquella frase proveniente de la novela Middlemarch: Un estudio de la vida en provincias (1871) de George Eliot y que tiene lugar en este film, representa perfectamente el mensaje que el cineasta ha logrado llevar al espectador con este emotivo y profundo relato de la que pocas personas han tenido conocimiento.

Una Vida Oculta es un película que respira belleza más allá de lo obvio que representa el aspecto visual. Definitivamente estamos ante el regreso del Terrence Malick más puro luego de años de continuos desvaríos que dieron luz a dramas románticos planos y fallidos. Una cita obligatoria para ver en pantalla grande.

 

 

4 out of 5 stars (4 / 5)

 

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